Después un billones y trillones de segundos de hibernación, me despierto otra vez en la nave. La enciendo y ruge un sonido crudo, escupe aceite de bacalao y arranca como queriendo partir los océanos.
Algo no la deja despegar y he de lanzarme por la escotilla, escaleras abajo. Desciendo los 534 peldaños que me separan del planeta que la sostiene. Comienzo a escarbar para remover el ancla que nos encalla.
Rasco la grava y me quedo con decenas de gusanos clavados debajo de las uñas. Se me acercan sombras que me atornillan los zapatos a las piedras. La nave queda flotando arriba de las nubes y yo atascada en este pantano agreste.
Hoy no es buen día para un lanzamiento. Mañana volveremos a intentar.
Seguiremos Reportando
*cambio y fuera*
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